31/1/10

Noche de teatro.

El viernes, aprovechando que me cortaron las clases en la universidad, volví a mi casa después de más de tres semanas. Tengo muchísimo que estudiar, pero si no venía ahora ya no hubiese tenido oportunidad hasta el último fin de semana de febrero, que además coincide con el puente del Día de Andalucía.

En fin, el caso es que ayer por la mañana, de forma inesperada, me invitaron a ir a una obra de teatro esa misma noche. Por lo que me contaron, era con el fin de recaudar fondos para una causa benéfica. Yo, aunque no acostumbro a ir a ver obras de teatro, acepté ir, sobre todo porque habían comprado la entrada expresamente para mí.

Al entrar al auditorio, me sorprendió ver la barbaridad de personas que había. Normalmente, la gente pasa bastante de éste tipo de eventos. Luego pensé que la mayoría de ellos iban por el paripé típico de los ayuntamientos. Los mejores sitios ya estaban más que ocupados, asi que decidimos subir a la parte alta de los palcos, que tienen buena perspectiva y no había tanta aglomeración de gente.

A lo que voy, la representación de teatro no me pareció nada del otro mundo. Tenía ciertos puntos graciosos y eso, pero poco más. Las actuaciones, en general, bastante pobres y, a mi parecer, de poca calidad. Igual es que yo soy muy exigente para lo de la interpretación, al menos teatralmente hablando, pero esa es mi opinión. No sé si es cosa mía o si lo pensará más gente, pero en el teatro puedo apreciar mucho mejor una actuación, es decir, me creo una opinión con mucha más facilidad que, por ejemplo, en el cine. Eso de ver a las personas ahí delante, a pocos metros y en vivo me proporciona una visión mucho más real de lo que percibo, de lo que me transmiten. La temática trataba de lo que hacen los políticos cuando van a “sus viajes de negocios”, además de negociar.






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