27/1/10

Satisfacción.

Como todos los miércoles, el despertador suena a las 07:10. A las 07:15 me levanto. Mientras terminaba de hacer la cama, suena la segunda alarma (la tengo puesta por si no me despierto a la primera, como es fácil deducir). A las 07:45 llego a la parada del autobús. Cojo el autobús a las 07:52, exactamente (he mirado el reloj).

Entro en mi clase a las 08:20, aproximadamente, diez minutos antes de que empiece. Primera hora de clase, segunda hora de clase y tercera hora de clase. Al terminar la tercera hora de clase, bajo a la entrada a coger una solucitud de inscripción para un curso de 2,5 créditos de libre configuración. Subo a la sala de estudio a reunirme con mis compañeros, cogemos sitio y nos ponemos a estudiar hasta las 14:00, más o menos.

La mayoría baja a comer, pero yo no. Me retuerzo del dolor de barriga y maldigo a la gastroenteritis y a todo lo que se me pone a tiro, ya de paso. Me quedo sentada con un chico que sólo conozco de vista. Al rato hemos empezado a hablar y resulta que me ha caído realmente bien, vamos, no sé qué tienen los madrileños, pero todos los que conozco me caen muy bien. En fin, el chico, al final, me ha animado a que fuéramos a tomar algo antes de la clase de las 15:00. Pido un batido de vainilla y me lo bebo a una lentitud exagerada. Me siento algo mejor.

Subimos a la clase. En el pasillo me encuentro con Antonio, un amigo que, además, está en el grupo del trabajo que hemos expuesto esta tarde. Hablo con Antonio de la exposición, me hace bromas y cosquillas e intenta destensarme un poco. Subimos las escaleras de la clase hasta donde está sentada Laura, otra de mis amigas (ella también está en el trabajo). Luego llega Quique con los pelos a lo loco, como siempre, y nos saca una mueca se sonrisa de esas que son entrañables, como él. Quique siempre nos hace reír a todos, se parece muchísimo a Zapatero, pero creo que él aún no lo sabe (menos mal, si no igual coge una depresión incurable). Andrea es la última en llegar.

El grupo del noveno trabajo sale a exponer. Nosotros somos el grupo trece. Sí, un bonito número, pero la mano inocente que lo sacó en el sorteo fui yo.

Al cabo de hora y media, llega nuestro turno. Bajamos todos muy nerviosos. Yo tengo un dolor de estómago alucinante, pero trato de autocontrolar mis flujos de energía. Respiro y trato de relajarme. Expone Laura, después Andrea y llega mi turno. Perdí la noción del tiempo, pero notaba que todo me salía con fluidez y que la gente estaba muy atenta a mí. Acabo y dejo el turno a Quique. De repente, la gente empieza a aplaudir, pero no habíamos acabado la exposición del trabajo. Me aplaudían a mí (oh, dios, no, que me trague la losa ahora mismo). Me ruborizo levemente y doy las gracias de una forma discreta. Expone Quique, después Antonio y después Quique otra vez. La gente aplaude de nuevo y volvemos a nuestros sitios. Expone un grupo más detrás de nosotros y luego nos vamos.


En el coche de una amiga, de vuelta a casa, me decían que lo había hecho muy bien, que había sido la mejor. Yo sólo podía pensar en llegar a casa y hacer caca (sí, ya sé que suena muy feo, pero, joder, que tengo gastroenteritis).

En definitiva, ha sido un día de muchas horas de facultad estando jodida con el estómago, pero ha valido la pena por la exposición. Estoy satisfecha.

1 comentario:

  1. (He escrito varias veces este comentario y se me borra siempre, jo!)

    A mí, esta entrada tuya me recuerda muchísimo a una que escribí hace un tiempo http://lafilledumiroir.blogspot.com/2010/12/t-odo-ha-salido-tan-bien-hace-tanto-que.html
    por lo de la exposición!

    Gracias por tus comentarios, Yo. Me imprimes siempre un poco de sentido común, que buena falta me hace.

    Un abrazo

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