31/1/10

Noche de teatro.

El viernes, aprovechando que me cortaron las clases en la universidad, volví a mi casa después de más de tres semanas. Tengo muchísimo que estudiar, pero si no venía ahora ya no hubiese tenido oportunidad hasta el último fin de semana de febrero, que además coincide con el puente del Día de Andalucía.

En fin, el caso es que ayer por la mañana, de forma inesperada, me invitaron a ir a una obra de teatro esa misma noche. Por lo que me contaron, era con el fin de recaudar fondos para una causa benéfica. Yo, aunque no acostumbro a ir a ver obras de teatro, acepté ir, sobre todo porque habían comprado la entrada expresamente para mí.

Al entrar al auditorio, me sorprendió ver la barbaridad de personas que había. Normalmente, la gente pasa bastante de éste tipo de eventos. Luego pensé que la mayoría de ellos iban por el paripé típico de los ayuntamientos. Los mejores sitios ya estaban más que ocupados, asi que decidimos subir a la parte alta de los palcos, que tienen buena perspectiva y no había tanta aglomeración de gente.

A lo que voy, la representación de teatro no me pareció nada del otro mundo. Tenía ciertos puntos graciosos y eso, pero poco más. Las actuaciones, en general, bastante pobres y, a mi parecer, de poca calidad. Igual es que yo soy muy exigente para lo de la interpretación, al menos teatralmente hablando, pero esa es mi opinión. No sé si es cosa mía o si lo pensará más gente, pero en el teatro puedo apreciar mucho mejor una actuación, es decir, me creo una opinión con mucha más facilidad que, por ejemplo, en el cine. Eso de ver a las personas ahí delante, a pocos metros y en vivo me proporciona una visión mucho más real de lo que percibo, de lo que me transmiten. La temática trataba de lo que hacen los políticos cuando van a “sus viajes de negocios”, además de negociar.






27/1/10

Satisfacción.

Como todos los miércoles, el despertador suena a las 07:10. A las 07:15 me levanto. Mientras terminaba de hacer la cama, suena la segunda alarma (la tengo puesta por si no me despierto a la primera, como es fácil deducir). A las 07:45 llego a la parada del autobús. Cojo el autobús a las 07:52, exactamente (he mirado el reloj).

Entro en mi clase a las 08:20, aproximadamente, diez minutos antes de que empiece. Primera hora de clase, segunda hora de clase y tercera hora de clase. Al terminar la tercera hora de clase, bajo a la entrada a coger una solucitud de inscripción para un curso de 2,5 créditos de libre configuración. Subo a la sala de estudio a reunirme con mis compañeros, cogemos sitio y nos ponemos a estudiar hasta las 14:00, más o menos.

La mayoría baja a comer, pero yo no. Me retuerzo del dolor de barriga y maldigo a la gastroenteritis y a todo lo que se me pone a tiro, ya de paso. Me quedo sentada con un chico que sólo conozco de vista. Al rato hemos empezado a hablar y resulta que me ha caído realmente bien, vamos, no sé qué tienen los madrileños, pero todos los que conozco me caen muy bien. En fin, el chico, al final, me ha animado a que fuéramos a tomar algo antes de la clase de las 15:00. Pido un batido de vainilla y me lo bebo a una lentitud exagerada. Me siento algo mejor.

Subimos a la clase. En el pasillo me encuentro con Antonio, un amigo que, además, está en el grupo del trabajo que hemos expuesto esta tarde. Hablo con Antonio de la exposición, me hace bromas y cosquillas e intenta destensarme un poco. Subimos las escaleras de la clase hasta donde está sentada Laura, otra de mis amigas (ella también está en el trabajo). Luego llega Quique con los pelos a lo loco, como siempre, y nos saca una mueca se sonrisa de esas que son entrañables, como él. Quique siempre nos hace reír a todos, se parece muchísimo a Zapatero, pero creo que él aún no lo sabe (menos mal, si no igual coge una depresión incurable). Andrea es la última en llegar.

El grupo del noveno trabajo sale a exponer. Nosotros somos el grupo trece. Sí, un bonito número, pero la mano inocente que lo sacó en el sorteo fui yo.

Al cabo de hora y media, llega nuestro turno. Bajamos todos muy nerviosos. Yo tengo un dolor de estómago alucinante, pero trato de autocontrolar mis flujos de energía. Respiro y trato de relajarme. Expone Laura, después Andrea y llega mi turno. Perdí la noción del tiempo, pero notaba que todo me salía con fluidez y que la gente estaba muy atenta a mí. Acabo y dejo el turno a Quique. De repente, la gente empieza a aplaudir, pero no habíamos acabado la exposición del trabajo. Me aplaudían a mí (oh, dios, no, que me trague la losa ahora mismo). Me ruborizo levemente y doy las gracias de una forma discreta. Expone Quique, después Antonio y después Quique otra vez. La gente aplaude de nuevo y volvemos a nuestros sitios. Expone un grupo más detrás de nosotros y luego nos vamos.


En el coche de una amiga, de vuelta a casa, me decían que lo había hecho muy bien, que había sido la mejor. Yo sólo podía pensar en llegar a casa y hacer caca (sí, ya sé que suena muy feo, pero, joder, que tengo gastroenteritis).

En definitiva, ha sido un día de muchas horas de facultad estando jodida con el estómago, pero ha valido la pena por la exposición. Estoy satisfecha.

24/1/10

Palabras que me gusta pronunciar.

Esta tarde he estado con Quique estudiando y, en una de nuestras pausas para el café, se me ocurrió decir que me gustaba pronunciar su nombre. La conversación desembocó en algo parecido, aunque bastante menos extenso, a la entreda.

Verbos: tergiversar, contrastar, elogiar, pronunciar, perturbar, escindir, ponderar, recular, omitir, persuadir, racionalizar, abogar, idolatrar, patentar, frivolizar, zarandear, entumecer, concatenar

Términos científicos: hipocinguemia, ascórbico, catalizador, epitelio, hematocrito, arteriosclerosis, xerolftalmia, queratomalacia, hemólisis, aneurina, metabolismo, polineuritis, oxidativo, hematopoyético, coenzimático/a, superoxidodisminutasa, vascularización, cromatografía, espectroscopio, vasodilatación, apoptosis, férrico, bromuro, corrosión, eritrocito, leucocito, macroglobulina, glucocorticoide.

Términos especiales: concupiscible, racionalidad, surrealismo, mediocridad, exacerbado/a, trascendental, relativismo, lógica, álgebra, imperialismo, exiguo, desmesurado/a, vigoroso/a, irracional, ontología, rudimentario/a, epicentro, ninguneado/a, fascismo, absurdismo, antropología, dialéctica, réplica, nihilismo, barroco/a, isostático/a, obtuso, freático, idiosincrasia.

Otro día pondré más.

15/1/10

¿Crear un blog?

Hablar de la muerte le parecería a muchos que no es el mejor tema o la mejor manera de empezar algo, cualquier cosa; sin embargo, como bien indiqué, se trataba de un suceso inesperado. La vida, al fin y al cabo, es eso, sucesos, unos más inesperados que otros, otros más previsibles. La cuestión es que pienso (y siento) sobre todo ello, aunque no es el caso siempre, y acabo escribiendo. No quiero decir que siempre escriba todo lo que me pasa, pero es verdad que tengo tendencia a escribir sobre las cosas que me hacen pensar y sentir, sea un suceso inesperado o cualquier otra cosa. Hace años que practico esa tendencia, pero no en este medio, no vía Internet; ya tengo varios cuadernos (o libretas) escritos de principio a fin.

Este cuaderno es uno más, la continuación de mi costumbre, nada más. ¿La diferencia? Lo que escriba aquí puede ser leído por otras personas, algo para lo que todavía no sé si estoy preparada. Ha habido personas como Fran, Dawson y Nico, que me animaban a crear un blog, pero en una conversación con Dawson fue donde me comprometí a plantearme esa opción cuando acabara el cuaderno (ya finalizado) que estaba escribiendo hasta hace unas semanas. Ahora se puede ver el resultado.


13/1/10

Suceso inesperado.

El reloj de mi móvil marca las 01:21. Hace un rato sonó el teléfono de mi casa. Juan preguntó por mi madre  Me pareció que estaba triste, no me saludó con alguna de sus bromas, ni me preguntó cómo estaba, como hace siempre. Mi madre acababa de meterse en la cama, así que no estaba dormida aún. Le pasé el teléfono y escuché cómo le decía que su padre había muerto. Hablaron algo más, pero yo ya no estaba atendiendo. Al colgar, ella se levantó, se vistió mientras me decía que yo me quedara en casa, y luego se marchó.

Mañana, antes de medio día, tengo que entregar mi parte de un trabajo y todavía me queda la mitad. Debería estar en ello, pero no, ahora no puedo evitar pensar en otras cosas.

Yo conocía al padre de Juan (conocía, en pasado, joder, hace unas horas, solamente unas horas, ese conocía sería un conozco). Paco llevaba catorce años sin poder valerse por sí mismo y ya casi no salía a la calle, a no ser que fuera para meterse en un coche que, desde luego, él no conduciría. Le costaba mucho andar y hablaba con gran dificultad.
En el verano, algunas veces, cuando iba a comprar el periódico, compraba otro más y se lo llevaba a su casa, que estaba muy cerca. Una de esas mañanas me dijo: "Yo no sé qué cosa tan mala habré hecho para esto". En ese momento, me recordé a mí misma hace años, cuando también me planteaba lo mismo, pero a él no se lo dije, claro. Tardé unos segundos en reaccionar y en saber qué decir, pero acabé por acercarme un poco más a él para decirle que torturarse con eso no conducía a nada bueno, que había que tratar de asumir las cosas que nos ocurren y disfrutar de las personas que están con nosotros y de las cosas que nos gustan. Qué situación más difícil. Luego me preguntaba: ¿Le habrá servido de algo lo que le he dicho? No sé, él sólo me respondió haciéndome una leve caricia en la mejilla izquierda. Luego, de camino a mi casa, volvía a sentir ese dolor que siempre aflora ante las cosas que no comprendo de la vida.

Esta noche sólo puedo decir que él quería morir hace mucho tiempo, pero no lo hizo hasta hoy. ¿Por qué? La vida no se elige, ni la muerte tampoco. Yo nunca he querido morir, pero la muerte no me hace sentir miedo, al igual que la vida. A cambio, tengo incertidumbre, expectativas, pensamientos sobre el futuro, interrogantes, reflexiones, paradojas... y prefiero quedarme con eso, aunque, a veces, no sea bueno pensar tanto.