21/6/13

Cambiar el rumbo de tu vida es posible:

Podemos cambiar. El miedo/indecisión que aparece, en la mayoría de los casos, ante la idea de cambio es porque no sabemos gestionar nuestras estructuras y funciones cerebrales, que están dotadas de plasticidad. No hemos aprendido a hacerlo.
Una vez creados, es difícil salir de esos caminos; nos cuesta desaprender. La única forma es bloquear el impulso de seguirlos; es decir, desaprenderlos. Y es posible.
Cambiar de mentalidad –al igual que de físico- requiere un gran esfuerzo, sin embargo. La diferencia es que los cambios mentales son mucho más sutiles que los físicos y tenemos mucha menos capacidad para diagnosticarlos y medir el impacto que tienen en nuestras vidas. Para eso, en teoría, existen los psicoterapeutas/psicoanalistas. En este sentido, podemos decir que se trataría de un tratamiento neuroplástico.
Pero, eh, podemos hacer un ejercicio de observación. A mí me sirve muchísimo verme desde fuera, mi vida. Tengo la capacidad de poder hacerlo y para ser algo tan subjetivo, mis conclusiones resultan razonablemente objetivas. Es útil. Y no sólo para nosotros mismos, sino de cara a comprender mejor nuestras relaciones con los demás.
Otra alternativa que puede ser altamente provechosa para ser más receptivos al aprendizaje, es ser colaborativos, empáticos. Ver que a nuestro alrededor hay personas que lo pasan mal por nuestras circunstancias o actos, por ejemplo, nos puede hacer “despertar”: “tengo que cambiar”, “no puedo seguir así”. Inversamente, las personas que potencian o refuerzan que nos mantengamos en esos caminos rígidamente arraigados no nos benefician; lo mejor es también “desaprenderlos”.

10/6/13

Cuando sepas de mí (R.M.)

(...)
Nadie puede imaginar lo que sentirás cuando sepas de mí. Nadie puede ni debe, hazme caso. Sentirás el dolor de esa ecuación que creímos resuelta, por ser incapaz de despejarla hasta el final. Sentirás el incordio de esa pregunta que jamás supo cerrar su signo de interrogación. Sentirás un qué hubiera pasado si. Y sobre todo, sentirás que algo entre nosotros continuó creciendo incluso cuando nos separamos. Un algo tan grande como el vacío que dejamos al volver a ser dos. Un algo tan pequeño como el espacio que un sí le acaba siempre cediendo a un no.
(...)
Porque si algún día sabes de mí, eso significará muchas cosas. La primera, que por mucho que lo intenté, no me pude ir tan lejos de ti como yo quería. La segunda, que por mucho que lo deseaste, tú tampoco pudiste quedarte tan cerca de donde alguna vez fuimos
(...)