26/4/12

Experimento II.

Esta mañana, mientras desayunaba, he entrado a Blogger. Llevo meses viendo un anuncio que me informaba de la posibilidad de actualizar “el look” del blog. – Confieso que me inquietaba un poco cada vez que lo veía xD -. La verdad sea dicha, independientemente de no ser muy dada a la modernización, tengo que reconocer que no me he preocupado demasiado por renovar –por esto si abogo- el diseño del blog; de hecho, no lo he modificado prácticamente nada desde que lo inicié.
El caso es que hoy me ha dado por ponerme a investigar y como veis la “investigación” ha sido de lo más fructífera. Aun así hay varias cosas que he tenido claras desde el principio: No cambiar el título ni los colores predominantes que elegí (tienen un gran significado), y poner una foto más reciente en mi perfil. De todos modos, me quedan algunos retoques que darle, pero lo iré haciendo poco a poco, que bastante tiempo he invertido ya hoy en esto.
Lo que cambian las cosas. Hace unos años era una completa negada para todo este tipo de cosas, y ahora sigue sin dárseme bien, pero al menos voy “progresando adecuadamente” xD.

22/4/12

Curiosidades V.

A April:

(Extracto de un trabajo que realicé en primero de carrera)

(...) La cuestión es que los trastornos de la conducta alimentaria, por su parte, no están socialmente bien entendidos, por lo que he podido comprobar. La gente no suele concebirlos como enfermedades mentales, que es como debería ser porque lo son, sino como una conducta, extravagante y poco ortodoxa, que se adquiere voluntariamente con respecto a la alimentación, sobre todo en el sector femenino y joven. Además, existe la tendencia a pensar que las personas que “adquieren esa conducta” son frívolas, superficiales, caprichosas y obsesivas debido a la “preocupación excesiva que sienten hacia su aspecto físico”.
Si bien es cierto que puede tratarse de chicas caprichosas y débiles a nivel psicológico, pero fuertes en cuanto a voluntad, que inician una práctica alimentaria anormal, también es cierto que esa práctica alimentaria anormal en la gran mayoría de los casos se convierte en una enfermedad; así lo acredita la definición de “enfermedad mental” propuesta en el DSM-IV, 2000 (Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders): “Trastornos psicológicos de significación clínica, que van asociados a un gran malestar en el momento presente o a un riesgo incrementado de llegar a morir, padecer dolor, incapacidad o una importante falta de libertad”.
En mi opinión, este prejuicio social se hace en base a la apariencia estética de delgadez que se asocia, de manera casi automática e inconsciente, a la anorexia. Cuando se le habla a un individuo cualquiera de trastorno de la conducta alimentaria, el primer concepto al que lo suelen asociar es al de anorexia; y anorexia, a su vez, como ya he dicho, se asocia a delgadez. La delgadez, por su parte, suelen asociarla (y en parte gracias a la mala prensa de la moda, las modelos, y de la publicidad), a llevar hábitos alimentarios restrictivos; y éstos, a su vez, se les atribuyen a personas con carácter obsesivo, perfeccionista y superficial, como ya he mencionado antes. (...)

16/4/12

Putadas de la vida.


Estoy preocupada. Tienen que operar a un amigo de un tumor –benigno, por suerte- en la médula espinal – FAIL- a finales de este mes. No puedo creérmelo todavía. Nadie se merece este tipo de putadas, pero él es el que menos. Llevo unos días que tengo todo esto en mente permanentemente. Y no lo asimilo. No puedo.

9/4/12

Confesiones íntimas VIII.

(…) “La investigación y la ciencia se originan en el descreimiento. Sin embargo, el descreimiento causa una gran tensión. Sólo los fuertes pueden tolerarlo. ¿Sabe cuál es la verdadera pregunta para un pensador? La verdadera pregunta es: ¿Cuánta verdad puedo tolerar? No es una ocupación para pacientes que quieran eliminar la tensión y llevar una vida tranquila.” (…)

Querido San Jorge:
Creo en La Verdad. Creo en que todo sucede por alguna razón, independientemente de que seamos entes ajenos a esos “mecanismos verdaderos”. Puede que resulte contradictorio, porque en realidad creo en algo que no se conoce a ciencia cierta y que, por lo tanto, no puede considerarse universalmente una Verdad. Hay otra gente que ve en la casualidad la explicación a todo, pero desde luego no es mi caso.
Remitiéndome al extracto inicial, por ejemplo: Si toda la humanidad hubiese pensado que las enfermedades se originan por casualidad, no hubiésemos descubierto los verdaderos mecanismos que las causan –o gran parte de ellos-. Creer en la causalidad significa no conformarse, y ese “inconformismo” ha supuesto un gran número de exitosos y certeros descubrimientos.
Ahora, ¿la verdad es comunicable? Sí lo es, cuando hablamos de esa Verdad que se halla sobre una base demostrable; si reducimos el espectro a nosotros, las cosas cambian. Precisamente porque esa “base demostrable” de la que hablábamos ya es más subjetiva, aunque ello, como tal, no la convierte en “incomunicable”. Somos subjetivismo: la verdad de quién considero que soy o cómo considero ser, puede que no tenga mucho que ver con el concepto que tenga otra persona. ¿Que La Verdad de quién soy y cómo soy es personal? Sin duda. ¿Intransferible? Creo que no es un término adecuado, pero si con ello te refieres a que no todo el mundo merece saber La Verdad sobre nosotros mismos, estoy absolutamente de acuerdo. De hecho, es un “privilegio” que todavía no le he brindado absolutamente a nadie, y dudo que lo haga en algún momento de mi vida.
Cuando opto por mentir, no lo hago en aspectos de mí: No vendería algo que no soy porque no tengo necesidad de hacerlo (la gente que lo hace no se gusta a sí misma, tiene complejos o es muy insegura). Ante esos casos, opto –muy frecuentemente, por cierto- por la omisión.
Y miento porque decir la verdad implica muchas veces tener que explicar cosas que no me apetece explicar y porque además considero que muy pocas personas merecen que haga el esfuerzo de dar esa explicación o simplemente que la comparta. Miento porque creo que la verdad podría ser destructiva para ciertas personas, y no quiero, ni creo que me corresponda, ser el desencadenante de esa destrucción. Miento para evitarme conflictos que no llevarían a ninguna parte, más que a poner a prueba una vez más mi capacidad de resistencia –y, después de unos cuantos años, empieza a desgastarse-.
No me considero cobarde; sí vulnerable emocionalmente.

1/4/12

Confesiones íntimas VII.

- ¿Qué es lo peor que has hecho en tu vida?
- ¿Lo peor? Bueno… considero lo peor a varias cosas, no a una solamente.
- Pero seguro que hay algo en especial que te haya hecho sentir mal.
- Sí, cuando miento, sin duda.
- ¿Por qué?
- Para mentir tengo que dejar de ser yo misma e ir en contra de la verdad. Eso es lo que me crea malestar, más que el propio acto de mentir. Mentir, de hecho, en cierto modo para mí también implica usar un poco la imaginación y la improvisación, y ambas cosas me gustan. Si nos ponemos prácticos, también puede verse como una forma de poner a prueba ciertas capacidades.
- Es un poco contradictorio… ¿no?
- Supongo. A ver, no soy tan excéntrica como pueda parecer, en realidad. Quiero aclararlo: Sólo digo que mentir, en cierto modo, mola. Sin embargo, tanto tener que dejar de ser yo misma como ir en contra de la verdad, son aspectos claramente negativos y que tienen mucho más peso en la balanza.
- Lo de ir en contra de la verdad está claro, pero ¿por qué significa dejar de ser tú misma?
- Es obvio que mentir lleva implícito en sí mismo ir en contra de la verdad, pero, al decir verdad, me refiero más bien a su sentido absoluto y/o universal. No sé si me explico. La Verdad. Ir en contra de mí misma porque , como he dicho antes, es algo que me crea malestar: lo hago cuando considero que “debo” hacerlo.
- ¿Aunque ello implique quedar de mentirosa cuando se descubre la mentira?
- Es peor cuando no se descubre y quedas de hija de puta.
- ¿Cómo?
- Se me ocurren varios ejemplos. No sé, ha habido veces que, por tal de evitarle a otra persona una decepción o algo doloroso, he quedado como una verdadera hija de puta diciéndole algo que era mentira. Por supuesto, también ha habido veces que he mentido para evitarme un problema o tener que dar explicaciones sobre cosas que no me apetecía explicar.
- Ahora entiendo eso de “Joder. Sé que voy a perderte, pero lo acepto porque quiero tu felicidad”.
- Exacto.