7/2/10

La vida en juego.

                    Donde pongo la vida pongo el fuego
                       de mi pasión volcada y sin salida.
                    Donde tengo el amor, toco la herida.
                   Donde dejo la fe, me pongo en juego.

                Pongo en juego mi vida, y pierdo, y luego
                 vuelvo a empezar, sin vida, otra partida.
                   Perdida la de ayer, la de hoy perdida,
                  no me doy por vencido, y sigo, y juego

                  lo que me queda: un resto de esperanza.
                   Al siempre va. Mantengo mi postura.
                   Si sale nunca, la esperanza es muerte.

                     Si sale amor, la primavera avanza.
                      Pero nunca o amor, mi fe segura:
                       jamás o llanto, pero mi fe fuerte.

                                                      Ángel González


Ángel González es un autor con el que simpatizo mucho en cuanto a la técnica que emplea. Es capaz de plasmar en unas palabras una visión verdaderamente arrolladora de las cosas, de la concepción de la vida, el mundo y todo lo demás.

No sé muy bien cómo empezar, pero intentaré hacerlo de la mejor manera que puedo ahora. Sé que el estado en el que me encuentro no me va a permitir hacerlo todo lo bien que podría. Hace bastante tiempo que no me siento capaz de ponerme a comentar seriamente sobre algo que implique adentrarse en algún tema trascendental, pero hoy se han dado las circunstancias propicias para que haya decidido intentarlo.

A veces, no siempre, siento inspiración cuando leo algo, como me ha pasado ahora. Esa inspiración suele desencadenar una reflexión profunda que está directamente relacionada con una parte de mí que ahora se encuentra resentida, por lo que se niega a mostrarse abiertamente a la luz analítica de mi parte consciente. No quiero sufrir, ahora no, tampoco es algo tan extraño, y analizar lo que siento me conduce precisamente a un sentimiento doloroso.

El pasado me ha acompañado a lo largo de toda mi vida, siempre ha sido así, y ahora no va a ser distinto, ni quiero que lo sea. Mi pasado es lo que soy, es la vida que he vivido, es la única vida con la que me puedo sentir realmente identificada. Y en mi vida, a pesar de sus fulminantes vaivenes, pongo una pasión exacerbada e inimaginable por hacer las cosas que he elegido y en las que creo de verdad, en todo lo que me gusta y siento como parte de mi propio ser. Además de todo eso, como no puede ser de otra manera, todavía pienso que hay algunas razones por las que merece la pena luchar cada día y seguir hacia delante. He dejado atrás ciertas cosas, unas por decisión propia o por autoconvencimiento y otras porque voluntariamente han sido apartadas de mi camino, a veces sin siquiera dejar lugar a elección. Por otro lado, hay otras que debería dejar atrás (sí, mandar al más opaco de los olvidos o el más hondo de los vacíos), pero no lo hago, no puedo hacerlo, no quiero, me niego en rotundo a deshacerme de todo eso.

Sé que también hay otros muchos aspectos que se escapan de mi racionalidad, ahora y en el futuro, cosas que nunca podría, aunque quisiera, explicar con exactitud, pero si tengo fe en ellas voy con todo hasta donde siento que debo ir. Con esto me reafirmo en que donde pongo y entiendo la vida, donde me la juego, nunca pongo limitación, nunca podría ni me atrevería a poner un final definitivo. Supongo que en el fondo todo eso queda explicado por la esperanza, por eso, porque al fin y al cabo mi naturaleza humana me impide darlo todo por perdido.
Así que, una vez más, con mi particular bagaje existencial a la espalda, me dispongo a dar una nueva oportunidad a mi vida, aunque el desgaste personal va acrecentándose con el tiempo y las expectativas ya no son las mismas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario