9/5/11

Confesiones íntimas II.

- Cuando te conocí realmente, después de tantos años, me di cuenta de que nunca me atraería un hombre con ojos azules. Porque todos me recuerdan esa mirada, cínica y degenerada, que me dolía tanto. Tanto que ni siquiera era capaz de gritarte. El dolor de la decepción inmensa y profunda. Tuya. La agonía de lo irreversible.
Y, sin embargo, todavía no sé cómo dejar de quererte, cómo conseguir que no seas un referente tan primordial para mí. Porque, de alguna manera, me diste la vida y cuando más la necesitaba te la llevaste. Y me quedé huérfana de ella y de ti, al mismo tiempo. No estaba preparada, obviamente, pero eso no era tan importante como cebar tu infinita lista de frivolidades.

Supongo que eso explicaría que a día de hoy me atraiga ese hombre de ojos almendrados que tiene casi tu misma edad. Sí, qué escándalo tan absoluto. Pero es tan sencillo, en realidad: Me da toda vida que tú me quitaste.

3 comentarios:

  1. Sabes escribir, pero no dices nada interesante.

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  2. Y que estudias?

    Y por que publicas?

    Y donde publicas los textos que alguien te recomienda, quien por cierto (bueno eso en realidad no me importa) adocenar?

    Y por que no los publicas?

    Cuentame algo?

    Y por que no?

    Vale, ya me callo...

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  3. Sí, calla, Jonás. A mí sí me interesa.
    Justo iba a pedir que un día explicases esa bonita historia que hay detrás... pero sé que si lo quisieses ya lo hubieses publicado. Es TU blog y escribes para TI, como si le declaras la guerra a la punta oeste de la Patagonia, hombre! jeje

    -Comeré algo, aunque lo más probable es que me alimente de quesitos y cafés... o que devore y termine todo donde ya sabemos... lo primero me mantiene más tranquila, créeme-.

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