2/11/10

Suceso inesperado II.

Yo: No sé si me recordará. El año pasado usted tuvo la amabilidad de atenderme en su despacho. Espero no molestarle con mi mensaje. Es lo último que pretendo. Sólo quería que supiera que estoy a su disposición, si necesita cualquier cosa que esté a mi alcance, o simplemente hablar. Supongo que no le pareceré la persona adecuada, pero yo sentía la necesidad de decirle esto.
No todo el mundo sabe lo que se siente al estar enfermo, y a veces no es fácil hablar de las cosas que nos afectan de una manera, no sé cómo decirlo… arrolladora. Usted se portó muy bien conmigo y nunca lo olvidaré. ¿Sabe? La mayoría de las personas no saben cómo tratar de la manera adecuada a cada persona, y usted me trató muy bien, me hizo sentir bien. Por ser joven, a veces la gente no te toma en serio, o sencillamente no muestran interés por ayudar desinteresadamente. Usted lo hizo. Ese tipo de gestos son muy importantes para mí porque son como una pequeña dosis de energía que te hace seguir hacia delante. Usted es un motivo para que yo siga adelante.
Le tengo presente y le repito que puede contar conmigo para lo que necesite.
Un abrazo muy fuerte.
Gracias por todo.
                                                  12 de Mayo de 2010 a las 22:55


Él: Agradezco mucho tu mensaje no solo por el contenido, que es de gran calado y emotividad, sino porque noto que está dictado por tu corazón.
Espero que pronto todo sea pasado y desde luego tus bellas palabras me transmiten fuerza para no dudar que así será con la ayuda de los profesionales.
Un abrazo muy fuerte.
                                                  24 de Mayo de 2010 a las 11:52


Y ahora simplemente ya no está. Ahora se ha convertido en cenizas que vuelan por el mundo difuminando sus palabras.


Y no puedo dejar de sentirme desorientada, triste e incrédula cada vez que muere una persona buena habiendo millones que no lo son.
¿Por qué son así las cosas?

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