15/11/10

Descripciones abstractas.

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Cualquier mujer elegante puede llamar a alguien "hijo de puta" o "cabrón" sin despeinarse o convertirse en la esencia de la vulgaridad. Cualquier mujer elegante puede llamar a un hombre "cabrón" sin perder la sonrisa, o, incluso, de manera tan disciplicentemente provocativa que el insulto derive en unas ganas irresistibles de querer seducirla.
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No era una voz más o menos controlada, una enunciación cabal en un contexto razonable, sino un grito descomunal en su estridencia, desbocadamente visceral, que llevaba a imaginarse toda una historia. Aquel solo grito podía reconstruir la vida de esa mujer sin necesidad de más detalles. Podía describir su intimidad, sus ilusiones, sus deseos, su personalidad y, por encima de todo, su biografía amorosa.
Había en ese grito un deje de dolor abrasante.
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