10/10/10

Un poco de humor II.

Era uno de esos días que te levantas más cansada que cuando te acostaste. Has dormido mal y te mueves como por inercia.
Estás en la cocina, aún somnolienta, preparándote algo para desayunar. No puedes estar más despeinada, no puedes tener un aspecto más desastroso. Entonces, escuchas unos pasos que te hacen suponer que alguien se aproxima a la cocina. Te giras pensando que, probablemente, sea tu compañera de piso.

Sorpresa. No es tu compañera de piso.

Un chico semidesnudo capta toda tu atención visual. Oh, qué barbaridad, el subconsciente te puede jugar muy malas pasadas –piensas por un momento-.
Pero, espera, espera, no, ya estás despierta, ya has andado hasta la cocina, ya has escuchado esos pasos, ya te has girado… ¡No es una invención de tu mente! -Reflexionas-.
- Hola… -aciertas a decir entre irónica e incrédula-.
- Hola. Yo… soy un amigo de… -acierta a decir entre estupefacto y avergonzado-.
- Yo soy su compañera de piso. Tú eres… Rafa… ¿No?
- Sí… -Dice con los ojos como platos-.
Sonríes y te acercas dudosa para darle dos besos. Intentas ser rápida para zanjar cuanto antes la tensión que está generando la situación.
Se va. Tú te giras a por el vaso de leche y te vas a tu habitación también.
A los cinco minutos regresas a la cocina a dejar el vaso y te encuentras a tu compañera de piso. (Ahora de verdad). Le tocas la espalda y sólo basta una mirada cómplice para decirlo todo. Os echáis a reír y sugieres que es preferible ahorrar los comentarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario